viernes, 27 de marzo de 2009

La sociedad de los poetas muertos

Vi la sociedad de los poetas muertos en televisión, cuando tenía 12 años, unos cuantos años luego de su estreno en 1989. Yo vivía en caracas, y la televisión nacional, en semana santa, tiene la tendencia de pasar películas largas y repetidas. Ese año pasaron este estreno. Aún no recuerdo el motivo por el cual la grabé en una cinta de VHS mientras veía la película. Recuerdo que le daba pausas a la grabación para no incluir los comerciales, aunque en semana santa casi no pasaban comerciales.
Recuerdo a esta película porque fue, oficialmente, la primera película que vi que, luego de haberla visto, no podia olvidar. No es lo mismo que Alien, esa era de terror y por supuesto que estuve muy asustado mucho tiempo, sino que esta era la primera película de drama que formalmente me hacía pensar. Estuve deprimido un tiempo luego de verla, claro, no esperaba menos de un muchacho de 12 años viendo una película de tal intensidad. Pensaba en la película todo el tiempo.
La narración de esta película es muy clásica y convencional, pero tiene un elemento interesante: luego del suicidio del protagonista de la historia (Robert Sean Leonard, ahora lo pueden ver en el papel de Wilson de la brillante serie de televisión HOUSE M.D.), la atención pasa al papel medianamente irrelevante de Ethan Hawke, para hacerlo mucho más rico, y Hawke pudo resistir en sus hombros la presión de darle culminación a la historia. Por supuesto que está Robin Williams, que obviamente hizo una actuación impecable, pero siendo esta película la historia de unos adolescentes en una escuela represiva, la relevancia de Hawke se hace evidente al guiar la rebeldía de la escena que están por ver.
El profesor Keating, interpretado por Robin Williams, es un constructivista (construye el conocimiento y el aprendizaje) mientras que la escuela es marcadamente conductista (aprendizaje por refuerzos positivos y negativos). Hace 50 años, época donde se ubica la historia, la diferencia entre estas dos teorías de enseñanza eran marcadamente fuertes, y no había mucho lugar para Keating en instituciones de alto renombre. La gente se guiaba por las apariencias y todos juzgaban a escondidas (no quiere decir que la gente no juzgue ahora, solo que entonces había un conjunto de patrones morales muy estrictos) y el suicidio de uno de los estudiantes hace que expulsen a Keating de la Academia. Luego viene esta escena, que aún me produce escalofríos.
Oh capitán, mi capitán!, comienzan a repetir los estudiantes del aula, a medida que se van poniendo de pie sobre los pupitres. Se ponen de pié porque el profesor Keating les dice que, a veces, hay que ver las cosas desde otro punto de vista, y los exhorta a que se suban a los pupitres y puedan ver el mundo desde esta nueva perspectiva. Lo de Oh, capitan, mi capitán!, lo sacaron del nombre de un poema de Walt Whitman, que es un poeta de gran importancia para la lengua inglesa y para la trama de la película (y para la literatura del mundo entero). El profesor Keating no solo les dió clases de literatura, también les enseñó a tener una vida más cercana a sus emociones, más auténtica, más propia. La escena me parece muy intensa. Lamentablemente, tiene un defecto, que no comentaré, pero que es fácil ver cuando uno ha visto la película hasta aprenderse los diálogos, como la vi cuando tenía 12 años.
Oh, Capitán, mi capitán!


Dead Poets Society Excerpt 03 por thenelaware

2 comentarios:

  1. Como olvidar esta escena!!!! si la acabo de ver y se me aguaron los ojos! es demasiado arrecha!!!!
    Jose Renna

    ResponderEliminar
  2. De verdad, es demasiado buena... a mi todavía también se me aguan los ojos...

    ResponderEliminar