domingo, 20 de febrero de 2011

El Talentoso señor Ripley.

Anthony Minghella era el director que dirigía para mi. El tenía la pasión que yo quiero ver en el cine y yo soy el espectador fiel que se deja seducir por su narración. Todas sus películas, que fueron muy pocas, son muy apreciadas para mi. El Paciente Inglés, El talentoso señor Ripley, Regreso a Cold Mountain, Breaking and Entering son películas excelentes y muy conmovedoras. Otros de sus proyectos, que no fueron abrazados en la dirección, tambien son excelentes. Solo mencionaré “El Lector” que le valió a Kate Winslet la codiciada estatuilla del premio de la academia.

“El Talentoso señor Ripley” es una de mis películas favoritas. La fui a ver al cine solo, una tarde, a mis 20 años de edad, simplemente porque pasé por un cine y necesité verla, porque sentí que esa película cambiaría mi vida. La historia de “El Talentoso Señor Ripley” es oscura, caótica y sin rumbo, pero con una sensibilidad sorprendente. Tom Ripley, interpretado por un Matt Damon excesivamente delgado, está atrapado por su potencial de hacer daño y su necesidad de amar. Tom Ripley está doblegado por su homosexualidad reprimida. Tom Ripley está controlado por sus ambiciones. Y en este contexto, confundido y tímido, es enviado a Europa a conocer al carismático Dickie Greenleaf, interpretado por Jude Law, para convencerlo de que regrese a Estados Unidos con su padre.

Tom Ripley deseó a Dickie. Tom Ripley se enamoró del carisma de Dickie, de su desinterés y su libertad, y Tom Ripley copió a Dickie. Lo imitó y ocupó su lugar en la Tierra luego de darle muerte. Y cuando logró conseguir todo lo que buscaba, cuando logró sentirse de verdad lleno, amado, tuvo que elegir entre su propia felicidad o su propia locura.

Aunque la película tiene un final fácil de entender, cuando la vi quedé muy traumatizado. Tom Ripley había tomado la decisión de seguir fingiendo y de destruirse a sí mismo. Tenía todo lo que quería y decidió que sus juegos eran más importantes que su felicidad. Y ese final no lo pude aceptar. Tuve que volverla a ver para lograr asimilar la decisión de Ripley, y hoy, más de diez años después de su estreno, todavía me consterna. Tal vez por eso es una de mis películas favoritas, porque el final me parece tan real y tan incomprensible a la vez.

La escena que seleccioné de esta película es una escena llena de microexpresiones. Tom Ripley ve cantar a Dickie una canción, Tu Vuo Fa l’Americano, y lo mira con admiración y amor ciego. Tom Ripley sube a cantar parte de la canción porque Dickie lo invita, y cada uno de los gestos de Matt Damon es sutil y lleno de expresividad. Tom Ripley canta al lado de Dickie y al final de la canción, Dickie se deja llevar por las costumbres europeas y besa a Tom (en un beso que no significa nada para Dickie) y Tom ilumina su mirada con enamoramiento y amor. Presta mucha atención a cada gesto de Matt Damon porque su actuación es el soporte de esta película oscura y genial. Esta escena es el comienzo de la locura, el inicio de la trama real de El Talentoso Señor Ripley.